Tuesday, November 15, 2016

Estamos regalando nuestros datos y no sabemos por dónde circulan





¿Sabemos a dónde van nuestros datos y con qué fin?
   
Normalmente esta pregunta se responde parcialmente al leer los términos de uso de cualquier app susceptible de captar parte de nuestros datos o de cualquier página de internet, y, por supuesto, de las redes sociales. Los términos de uso, o condiciones de uso, son esa cosa que casi nadie se lee por pereza al ver que es básicamente una biblia más difícil de entender todavía.
El caso es que, aunque nos leyéramos de cabo a rabo las condiciones de uso, no obtendríamos toda la información que buscamos, y es que nuestros datos pueden acabar en manos de otras empresas u otras entidades que no aparecen en dicho documento. Véase sino el reciente caso de BLU, cuyo firmware recolectaba datos nuestros y los enviaba a China.
Nuestros datos normalmente acaban en manos de la empresa propietaria de la web, aplicación, o lo que sea que estemos usando y, además, puede acabar en manos de otras empresas ajenas, normalmente con el fin de enviarte publicidad personalizada, como en el caso de Facebook, o de ofrecerte unas recomendaciones basadas en tus búsquedas, localización, etc.
Claro que, sin saberlo nosotros, pueden llegar a usarse con fines desconocidos para nosotros, como venderlos a otras empresas y que hagan con ellos lo que sea que suelan hacer, que normalmente es enviarnos más publicidad "personalizada" todavía. En resumen, el fin de obtener nuestros datos es traficar con ellos.

Nos hemos resignado a compartir nuestros datos y eso debería de alarmarnos




Se ha hablado decenas y decenas de veces acerca de la privacidad, de conservar a salvo nuestros datos y cosas similares, y en muchas de ellas se ha dicho (con razón, por cierto) que estamos en la era de internet y que lo mejor es despedirse de la privacidad en el momento en el que accedemos a cualquier web o según qué tipo de aplicación.
De una u otra manera, nos hemos resignado a que nuestros datos pasarán a ser conocidos por cualquier empresa que quiera hacerse con ellos, y esto es algo que debería de alarmarnos, aunque sólo sea un poco. Esta resignación hace que dejemos de luchar por nuestra propia privacidad, y eso puede dar pie a que los que se hagan con nuestros datos se sientan más cómodos.
Refugiándose en ese confort, los que consigan nuestros datos pueden, sin nuestra oposición, hacer casi lo que quieran con ellos y traficar con ellos sin que nosotros sepamos en manos de quién acaban, que puede ser, poniéndonos un poco paranoicos, que nos lleguen a enviar malware en forma de publicidad o de un correo electrónico.
Por esta y otras muchas cosas deberíamos ser un poco más selectivos a la hora de compartir nuestros datos, no darlos sin pensar y sin informarnos, dentro de lo posible, acerca de qué harán con ellos. ¿Crees que deberíamos cuidar más a quién damos la información de nuestros datos?